domingo, 14 de marzo de 2010

CUMPLEAÑOS

Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños.

Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.

lunes, 8 de marzo de 2010


CONCIERTO DE STEEPWATER BAND – LEÓN, 3/03/2010

Hubo una clara diferencia respecto a la visita anterior de los de Chicago a nuestra ciudad. Esta vez venían acompañados de Marc Ford, productor de su último álbum, y el resultado fue sencillamente inmejorable. Un show que presagiaba llegar a las tres horas de duración y que demuestra las tablas que tiene la banda y lo lejos que están del adecenamiento y las letárgicas propuestas de otras grupos reconocidos actualmente.
El intenso frío de la noche leonesa congelaba extremidades y ánimos, y ahí salió la banda para resarcirnos del rigor del tiempo con un sonido que traspasaba el alma y acariciaba los oídos. Mucho ha madurado el power trío de Massey y compañía. Lejos quedan ya aquellos años haciendo covers de un blues pegajoso que recordaba a Free, Cream y otros combos de los sesenta. Ahora se presentan más creciditos, han progresado en actitud y potencia y buscan en todo momento una plena complicidad con el público. Repasaron temas de toda su carrera, en especial de su último álbum, “Grace & Melody”, del que es productor el propio Marc Ford, y sorprendieron por una sencillez no carente de una profesionalidad austera y sobria que les ha permitido llegar a lo que son, uno de los últimos reductos de un estilo condenado al ostracismo. Dejando de lado este camino, que daría para un largo debate, hay que destacar la intensidad con la que tocaron temas como Revelation Sunday o All the way to Nowhere, y especialmente en Hard as Stone, de su primer disco, en donde lograron un balsámico y respetuoso silencio por parte de los asistentes, que ya no pudieron escapar a semejante hechizo. Lo que estos tres chicos prometen por concierto es una buena dosis de virtuosismo, dedicación, colorido estilístico y sobriedad musical. Renunciaron a dejarse llevar por exhibiciones para la galería y cumplieron con total solvencia la primera parte del concierto. Cigarrillo, parada en la barra y vuelta a la primera fila.
Y aquí empezó lo bueno. Capitaneados por Marc Ford, se presentaron sobre el escenario dispuestos a conquistar a aquel que aún no se hubiera dejado impresionar por el recital anterior. Con unas barbas que recordaban a un naufrago, el ex integrante de los Black Crowes y fundador de la banda de culto, Burning Tree, empuño su 335 y dejó al respetable totalmente boquiabierto. Unos dedos que vuelan como aviones sobre los trastes, que parecen acariciar sutilmente el instrumento, damas y señores, Marc Ford, la magistral caballerosidad de un artista entregado a su música. El angelino, bien secundado por Steepwater, dio sobradas muestras de su talento y sensibilidad repasando algunos temas de su todavía corta carrera en solitario como Currents o del repertorio de la propia banda. Entre divertido y ligeramente pasado, un retrato del músico decadente y bohemio que todos hemos deseado ser alguna vez, demostró que aún continua en plena forma como hizo con una inspiradísima Hell or Highwater.
Con un rock grueso y espontáneo, en donde lo intimista y exquisito se mezclaba con una rabia mal contenida, la banda sobrepasó las tres horas de concierto. Los ataques de Joe Winters (muy dicharachero al final del show cuando se firmaron autógrafos y se repartieron las copias del nuevo EP de la banda, The stars look good tonight) y el atronador bajo de Tod Bowers acompañaron a las guitarras en una noche que parecía inolvidable. Un público entregado pidió más y Massey y Ford dieron una lección de compenetración y técnica con una improvisada jam que provocó el delirio de todos los asistentes.
Ya lo habían dicho los entendidos. Si no fuiste uno de los cuatro gatos allí reunidos debes de estar dándote golpes contra la pared. Una banda en ciernes que poco a poco se va confirmando como una de las formaciones más prometedoras del blues internacional y un guitarrista del que poco se puede decir que no se haya elogiado ya. ¿Buenos? No, mejores.

miércoles, 3 de marzo de 2010

CANCIÓN



Tomas la aguja con la mano derecha y con la otra, maquinalmente, haces un lazo y aprietas el extremo del cordón con los dientes. El brazo se hincha y enrojece y las venas se marcan erectas sobre la piel. El mismo cuerpo te indica cual es la que debes pinchar, la más fuerte y ancha. Palpas el lugar señalado e introduces el acero lentamente. Jamás has fallado, siempre pinchas en sangre. Luego empujas el embolo y una pequeña gota de sangre sale del agujero y se derrama sobre el suelo, brillando. La heroína es seis veces más fuerte que la morfina.
Muerdes el cordón y tiras de él con fuerza mientras el líquido se precipita por la vena aspirado por la sangre y parece que todo el cuerpo se estuviese vaciando a través del agujero. Siempre estás sediento. En el cuentagotas queda una fina capa de sangre y tiras de la jeringa hacia atrás, con cuidado. En el silencio puedes oír el sonido succionador que hace la aguja al abandonar el brazo.
Te sientes igual que un trapecista, asentado más allá del tiempo y del espacio, solo sobre tu alambre y sonríes al espectador que te mira desde abajo, que eyacula varias veces en un sombrero de copa iridiscente. Estás mejor que muerto, como dice el profeta. No hay placer corporal, el picotazo ni siquiera se parece a un orgasmo, más bien a cincuenta shocks que vapulean todas tus zonas erógenas en un explosión verde. Un pájaro aletea atrapado. Los coños de todas las mujeres del mundo brillan con luces de neón –verde, roja, azul, naranja- y son como la hierba en primavera. Las contracciones se hacen más largas y empujas los árboles ladera abajo. Eres un fantasma que huye de la criatura y te escondes en la tierra camuflándote entre las flores blancas.
Pero de repente toda esa tierra putrefacta se recoge en una enorme ola y se precipita sobre ti y te pasa por encima y el mundo se vacía en la inmensidad del tiempo mientras tú te quedas tendido contemplando una noche sin estrellas. Todo se tensa, todo se extiende hacia fuera y el esperma mancha tus pantalones y de tu boca sin dientes cae el veneno blanco. El corazón palpita como una máquina de escribir vieja y cada latido empuja la sangre más y más dentro. Las caderas se contraen y con ojos de pez muerto miras a la oscuridad y se te presenta a la vista la vena destrozada (quizá fuese la última) y en cada pupila brilla la llamarada roja del mechero de gas oculto tras un velo. Se suceden explosiones blancas dentro de tu cabeza y saboreas el viento en tu lengua tumefacta mientras los ojos convergen hacia un torbellino negro.
Has atravesado todo el universo con la misma inocencia que un niño salta una valla y entra en el jardín prohibido. Y todo se está acabando, muy despacio. Dentro de diez minutos querrás otro picotazo… recorrerás la ciudad en busca de otro picotazo… harás lo que sea por otro picotazo. Fundido en negro muy despacio. El camino es largo pero ya se presiente el final.
Un último picotazo –la cura mañana.

RETRATO

Retrato

Acodado en la ventana me asomo
a ver la noche: bajo la oscuridad todo
parece inmóvil, el olor a río y césped y
otros aromas dulces, una luz serena
que ilumina el perfil oscuro de la carretera
y los bosques… Vuelvo a la silla de mi estudio, abro
un cajón y encuentro una fotografía en la
que observo con atención el muchacho que fui.
El silencio zumba en mis oídos.
Digo mi propio nombre y contemplo al niño
que sonríe a la cámara de fotos.
Me vacío de mi vida, de mi tiempo ante
los restos de la ruta. El tiempo me
dice lo que soy. Apenas he cambiado.
Guardo de nuevo la fotografía en el cajón y me
quedo mirando la noche: la luz lechosa en el
jardín, la humedad que se presagia en el aire.
¿De dónde surge está pérdida? La sonrisa, la
noche, el frió en la punta de los dedos.

sábado, 27 de febrero de 2010

ESTAMOS SOLOS AQUÍ


estamos solos aquí

los libros y el gato y el
río y las calles y las piedras
y los cigarrillos y el papel
y las risas y las mentiras y
los pecados y el vino y los
mosquitos y las peleas y
el periódico y el televisor y
las banderas y el poema y los
ojos y las armas y la culpa
y los insultos y el humo y
los besos y la cruz y las
escaleras y la casa y
todos nosotros estamos solos,
inexplicablemente solos

pero no lo sabemos

jueves, 25 de febrero de 2010

GIMME DANGER



"Dame daño, pequeño extraño", aunque la traducción exacta sería dame peligro, pequeño extraño. y tampoco, porque "Gimme" no es exactamente dame, es give me, dame, pero dicho con la voz cansada de cualquier día. La rima importa. Danger, Stranger. La rima hace que pienses que hay una lógica en las cosas, y la lógica calma un poco, tranquiliza. Por eso prefiero dame daño, pequeño extraño. No hay que ser masoquista para querer daño. Cuando te aplasta todo piensas que en el daño, en el peligro hay una salida más creible que la que puede haber en la tele, el viento sobre nuestro cuerpo y las palabras.
EN LA CAMA - DAVID GONZALEZ

en la cama,
con las manos cruzadas por detrás de la cabeza,
con la ventana abierta,

que mis amigos me vendieron
como carne en la carnicería,
que mis amigas tenían muy buena cara
pero muchas puñaladas;
y sé
que ese coche
que está aparcando
no lo conduzco yo,
que ese perro
que ladra
no es mi perro,
que ese niño
que grita
no es mi hijo,
que esa mujer
que se ríe
no es la mía,
que esa puerta
que se abre
no es la de mi portal,
que esa persiana
que se baja
no es la de mi habitación;
y sé también
que pronto oscurecerá
y que yo, una vez más, un día más, no tendré
ni fuerzas
ni ánimos
para levantarme
y encender
la luz.